Aprender a gestionar la ofensa y evitar que se instale en nuestra memoria emocional es clave para mantener una buena salud y equilibrio afectivo. Así pues, de la misma forma que en otoño los árboles se despojan de las hojas que no les sirven para dejar espacio a su primavera después de la pausa del invierno, es esencial aprender a soltar las ofensas transitando los caminos del perdón y la reconciliación. Si así lo hacemos nuestra luz interior volverá a brillar.
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